Testimonio y ficción: la escritura de sí en relación con la experiencia del horror

L’Espèce humaine (1947) de Antelme y W ou le souvenir d’enfance (1975) de Perec, permiten la lectura de textos autobiográficos, como constante movimiento de figuración, cuya exigencia narrativa implica el desdoblamiento, la mediación del otro y los desvíos bajo el diálogo incesante. Estas operaciones sostienen al “yo” en la narración y contribuyen a construir el personaje y la historia en la que se inserta, donde la ficción expone a la escritura como respuesta al otro y expresa lo que la verdad ofrece bajo la forma del silencio.

Los testimonios interrogan la escritura y la literatura: por un lado, son verdaderos ejemplos sobre la realidad; por otro, aparecen como fenómenos estéticos, ficciones que constituyen hechos artísticos. Su transformación en relatos ficcionales responde a la intención del autor de no determinarlos y otorgarle una potencialidad, actualizada en cada lectura y que cuestiona las interpretaciones. A través de la poetización, el testimonio se vuelve soportable al lector e impide su reificación. El diálogo testimonio-literatura advierte el vínculo entre realidad y ficción: el testimonio interroga a la literatura y así el sujeto que se afirma en el texto se cuestiona.

A través de la escritura pensamos nuestra responsabilidad sobre el pasado y reflexionamos sobre la condición humana; en esa comunicación, la literatura nutre al testimonio y lo lleva a franquear los límites y restricciones del discurso histórico. Los textos sobre hechos que sobrepasan la imaginación muestran la huella indeleble que el horror dejó en las memorias de las víctimas y evidencian la necesidad de contar y escribir. La escritura guarda la experiencia individual del sujeto, mas el fin es evocar una consciencia colectiva e histórica, que el escritor transforma enliteratura para comprender los acontecimientos. Así, ficcionaliza los sucesos y evita que los fenómenos mueran con la muerte de los sobrevivientes.

La escritura autobiográfica en los testimonios de la deportación y la obra de Perec, aparece como la ficcionalización de la voz construida a partir de la presencia del otro en la configuración de sí. El relato resultante de esta experiencia constituye una narración en nombre del otro; escribir incesantemente, de manera inacabada, pues cada lectura reactualiza el sentido y el lector escribe en respuesta de ese texto: toda escritura está dirigida hacia el otro y expone ese llamado. Estas escrituras de sí son una responsabilidad imposible e infinita (en el sentido de Levinas y Blanchot), siempre en construcción de una respuesta al otro para configurar un pensamiento y una voz plurales de memoria colectiva.Esta relación testimonio-ficción abre la posibilidad de leer desde Ricœur la experiencia de escritura como práctica de identificación, que exhibe las (re)figuraciones a través de las historias de sí, al tiempo que muestra el itinerario identitario del sujeto, a partir de la recepción de lo escrito y del reconocimiento: estar frente al otro, no solo como hospitalidad y responsabilidad, sino también como deber del sujeto antes de su constitución.