Metáfora viva como escritura de la muerte: la transferencia al otro del amor por la vida como una ética en Paul Ricoeur

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Eje temático: Metáfora viva, mimesis y texto: la especificidad del lenguaje poético y sus relaciones con la temporalidad y la ontología.

El presente trabajo se propone trazar un recorrido entre La metáfora viva (1975) y Vivo hasta la muerte, seguido de Fragmentos (1996/ 2004-2005), pasando por Tiempo y Narración (1983-1985), Hermenéutica y Acción (1985) y Sí mismo como otro (1990) para establecer  una relación significativa entre metáfora, vida y muerte, partiendo del modo en que éstas son concebidas en el pensamiento de Paul Ricoeur y con vistas a una articulación conceptual particular que dé cuenta nuevos modos de comprender el sujeto, el otro y el tiempo. 

El vector que orientará nuestro desarrollo y nos guiará a través de los textos propuestos será el problema de la metáfora como posibilitadora de una vivencia del sentido que  redefina tanto la experiencia de la vida como la proyección hacia la muerte a partir de una conciencia de la escritura como forma de transferencia y por lo tanto como una ética.

La hipótesis central de nuestro trabajo sostendrá que la metáfora, como forma de escritura por excelencia -  atendiendo al  sentido fuerte de ‘escritura’ en tanto marca que interviene y modifica en forma irreversible  - no sólo es capaz de redescribir la realidad, dado su efecto de reestructuración de campos semánticos, sino que por su efecto de referencia, o más bien por su apertura hacia una referencia primordial, se convierte en refiguración, arrasando así  con cualquier proyección identitaria cristalizada. Este momento de negatividad,  y el ensayo de nuevas formas de estar en el mundo que promueve,  es la escritura misma; y como tal es capaz de desplegar una dimensión ética  porque vuelve al sujeto otro (de sí) en la medida en que lo escribe muerto,  para el tiempo de la supervivencia, es decir, en y para un tiempo otro (el tiempo de los otros). En este sentido, la muerte es ante-vivida, lo que paradójicamente implica una vida vivida hasta la muerte pero ya no con la muerte como límite sino con la muerte como medida de la vida. Vivir hasta la muerte sería entonces para Ricoeur vivir el más alto grado de vida que pueda vivirse, un grado tal que desborde la vida de sí misma en la escritura convirtiéndose en muerte para otros.

La metáfora vivirá entonces en tanto escriba la muerte como una ética y escribir será morir en tanto implicará la desaparición del sujeto en y para la escritura. En la separación del tiempo de la obra y el tiempo de la vida  se produce la transferencia al otro del amor por la vida y en el mismo gesto se aprende a morir.

Creemos que un contexto como el actual, de banalización de la vida y la muerte, y consecuente saqueo del porvenir, la revisión y la profundización del pensamiento de Paul Ricoeur con respecto a estos problemas puede restituirnos el  derecho al sentido, y recordarnos nuestra  responsabilidad sobre su destino.