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La hospitalidad lingüística, ¿Una respuesta ética al imperialismo lingüístico?

Autor: Ledesma García, Avelino (Universidad Católica de Oriente- Colombia)

Correo Electrónico:  aledesma@uco.edu.co

Eje temático:   La Traducción en Paul Ricoeur (Hospitalidad lingüística)

Estudios: Título en Teología, Hekima College, Jesuit School of Theology, Catholic  University Eastern Africa (Nairobi, Kenia), Licenciado Lengua Extranjera Inglés, Universidad Santo Tomás (Medellín, Colombia)

 Idiomas:   Español, Inglés, Suajili, Samburu

 

 La idea de éste estudio surge como posible respuesta a la realidad presente evidenciada en el mundo a lo que podría ser la estandarización lingüística bajo un idioma internacional visto por muchos con temor como un imperialismo lingüístico. Países como Ruanda abandonan el francés, adoptando el inglés como segunda lengua; Suramérica está adoptando el inglés como segunda lengua, y cada día se constata el desplazamiento de personas a otros países por razones laborales, estudio o violencia. En África oriental, el pueblo Samburu enuncia al extranjero y al enemigo con lmang’ati. Se es extranjero y enemigo cuando se desconoce la lengua, pero se es Loikop (Samburu) cuando se habla la lengua. Éste caso particular reafirma la noción de la lengua como identidad de un pueblo. Cuando se da la llegada de otra lengua por diferentes razones, es vista como una intromisión cultural a la suya. En Latinoamérica el aprendizaje del inglés se ha venido posicionando como lengua extranjera por los medios de comunicación y campañas gubernamentales, evidenciándose un crecimiento del nivel de inglés en algunos países.

 

El encuentro lingüístico es visto por muchos como invasivo, generando dos ideas que se describirán en el presente trabajo y se desarrollarán a partir de autores como Robert Phillipson y Hanna Nieber. La idea de un imperialismo lingüístico, pretensioso y arrogante, imponiéndose sobre las otras culturas. Una cultura o sociedad que coloniza a la otra por medio de su lengua, llamando lenguas las de los ‘colonizadores’ y dialectos las de los ‘colonizados’. En este caso se piensa que solo los colonizadores generan pensamiento y reflexión. Surge una segunda idea conectada a la primera, en la cual aprender otro idioma hace más importante a las personas que lo hablan, sube su estrato social, alimentando al inseguro “colonizado”. Se aprende otro idioma como respuesta a un deseo de abandonar el país natal, so pretexto de elevar sus ingresos económicos, abriendo las posibilidades a una verdadera reflexión filosófica, teológica, literaria y pedagógica. 

 

En síntesis, este planteamiento busca abordar esta realidad desde la hospitalidad lingüística, de Paul Ricoeur, como camino para reducir las tensiones. Se nos muestra que quien se da a la tarea de traducir un texto está traspasando las barreras impuestas en Babel, el de la confusión y la dispersión. Ya no se está más confundido ni disperso sino integrados. Al respecto, se aprende una lengua con el deseo de acercarse al otro y conocerlo, y quien recibe da la bienvenida al extranjero. Apelar a la hospitalidad lingüística de Paul Ricoeur para verse a sí mismo como parte del otro. Se rompen las barreras y prejuicios de la arrogancia imperialista para llegar al otro con respeto y recibir al otro que viene a aportar. Éste presupuesto es necesario hoy en el conglomerado de lenguas, dialectos y modismos en Latinoamérica. Finalmente, la hospitalidad lingüística desmonta toda pretensión de la lengua perfecta, superando el concepto de imperialismo lingüístico y prejuicio de lenguas inferiores.

 

 

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