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¿Hacia una “hermenéutica de la vida”?: lenguaje y narración en Paul Ricœur y Michel Henry

Autor: Del Mastro, Cesare (FNRS)

Afiliación institucional: Fonds National de la Recherche Scientifique (FNRS) – Université catholique de Louvain (UCL), Círculo  Latinoamericano  de  Fenomenología  (CLAFEN)  y  Círculo  Peruano  de Fenomenología y Hermenéutica (CIPHER - PUCP).

Correo electrónico: cesare.delmastro@uclouvain.becdelmastro.delmastro7@gmail.com

Ejes temáticos: “El injerto de la hermenéutica en la fenomenología” y “Mímesis, texto, relato, lenguaje”

  

Según el programa hermenéutico de Tiempo y relato, el sentido se despliega en un espacio de antecedencia y de alteridad narrativas en el que el lector se reconoce precedido por la “tradicionalidad” que vincula la “puesta en intriga” con el tiempo. En efecto, según el principio de “discordancia concordante” y el “como si” de la ficción, la configuración narrativa permite refigurar la temporalidad del lector cuando este aplica a sí mismo las contingencias y las posibilidades a las que los personajes del relato son confrontados: mediación que el lector necesita para responder a la demanda de relato de la vida en él, conformar su “identidad narrativa” y relanzar su acción en el mundo. Así, el modo de lo imaginario en virtud del cual una historia contada es al mismo tiempo vivida remite al punto de intersección entre la prefiguración del campo práctico (Mímesis I), la configuración del sentido en la obra (Mímesis

II) y la refiguración de la vida por medio del relato (Mímesis III). De esta manera se entrelazan “mundo del texto” y “mundo del lector”: lo real ya pasado y por desplegar es refigurado gracias a la trascendencia del mundo de las obras de ficción.

 

 

En la primera parte de esta ponencia se estudia la concepción del lenguaje que subyace a la afirmación ricoeuriana según la cual todo relato está llamado a trascenderse para ampliar el mundo del lector. La lectura atenta del apartado de “Mímesis III” titulado “Narratividad y referencia” (Tiempo y relato I) permite sostener que la estética de la recepción de las obras narrativas se basa en el vínculo entre significado, referencia, mundo y función dialógica que


caracteriza a los actos de discurso en general. Si toda frase está orientada, más allá de ella misma, hacia ese “algo” sobre el que decimos “algo”, el lenguaje no constituye un mundo en sí mismo sino que proviene de una experiencia cuyo horizonte es el mundo y remite a su vez a ella. La recepción de los textos narrativos amplía esta atestación ontológica a partir de la cual el lenguaje se sabe “en el ser para tratar sobre el ser”. En efecto, gracias a un proceso de co- referencia, toda narración se trasciende a ella misma en dos niveles : desborde, en primer lugar, de los vínculos internos entre significante y significado hacia el mundo en el que el lenguaje encuentra su punto de partida y de llegada ; doble referencia al mundo, en segundo lugar, ya que las frases y los relatos se refieren, al mismo tiempo, a la experiencia que ellos llevan al lenguaje (“en amont”) y al mundo que proyectan más allá de ellos mismos (“en aval”) : “una suerte de trascendencia en la inmanencia que hace posible la confrontación con el mundo del lector”. Lejos de separarse de lo real o de reproducirlo, la “puesta en relato” reconfigura diversos aspectos de nuestro “ser y actuar en el mundo”: toda formulación lingüística se dice a partir del “fondo” de un mundo pre-comprendido y por refigurar.

Así como el concepto ricoeuriano de co-referencia nace en oposición al análisis semiótico que reduce el lenguaje a una serie de unidades y de reglas de combinación en la inmanencia de un sistema de signos, el rechazo de Michel Henry a la reducción del lenguaje a su función referencial proviene de su crítica a la fenomenología hermenéutica, la cual, según él, no consigue liberarse de la conciencia intencional ni de la equivalencia heideggeriana entre decir y mostrar-ver. Henry substituye, por ello, la co-impresión a la co-referencia. En efecto, puesto que todo aparecer es doble – aparecer del mundo como sentido y distancia, aparecer de la vida como fuerza y afecto –, cada palabra se manifiesta como la palabra exterior y visible que leo o escucho fuera de mí, y a la vez como la palabra interior e invisible, como su resonancia o impresión en mí, su tonalidad o sonoridad interior. En la medida que esta segunda modalidad del aparecer constituye el verdadero “lenguaje de la vida”, la fenomenología material remite todo “lo dicho” al “Decir primitivo de la vida”, es decir, a una Palabra inseparable del “pathos del sufrimiento” y del “pathos del gozo”. Antes de toda mediación simbólica, el lenguaje “narra el pathos” porque coincide con la praxis misma de la vida. Más que ampliar nuestro horizonte del mundo, el lenguaje busca acrecentar la vida como fuerza y como afecto.

 

 

A partir de esta confrontación entre Tiempo y relato I, el artículo de Henry titulado “Fenomenología material y lenguaje (o pathos y lenguaje)” y su entrevista “Narrar el pathos” (Fenomenología de la vida III), en la segunda parte de esta ponencia se intenta repensar la oposición entre los proyectos de ambos filósofos en diálogo con los trabajos que Jean Greisch


y Sébastien Laoureux han dedicado a esta cuestión. Ora el reproche de Ricœur a Henry insiste en el riesgo de un cogito mudo e incapaz de narrarse a fuerza de identificarse con la auto- afección pura, ora el reproche del segundo al primero advierte contra las máscaras de un Yo que puede olvidar su “estar ya siempre inmediatamente en la vida” debido a la mediación de las historias que él se cuenta a sí mismo. Con el objetivo de matizar esta disyuntiva entre la plena aceptación o el rechazo absoluto del “momento del signo, el símbolo y el texto”, se subraya, como aporte de la fenomenología hermenéutica a la fenomenología material, la atención a los espacios discursivos en los que el “lenguaje de la vida” en tanto fuerza y afecto puede irrumpir. El pathos de la vida no solo encuentra su realización inmediata en la pintura abstracta o en la música que no han buscado representar el mundo sino en las palabras y los relatos que no son la vida pero que hacen resonar de manera intensa su deseo de experimentar- se, proliferar y acrecentarse. En esta atención a la manera como la vida auto-afectiva se efectúa y se intensifica al ponerse ella misma en relato se juega la capacidad de la fenomenología material para acoger la sensibilidad narrativa propia de la fenomenología hermenéutica.

En cuanto a la pertinencia de la fenomenología material respecto de la fenomenología hermenéutica, el “fondo opaco del vivir, del sufrir y del actuar” que precede a la configuración narrativa puede ser remitido al fondo de la auto-afección como motivación última de toda narración así como de la “insistencia de lo inenarrable”. Si, como lo reconoce Ricœur en Sí mismo como otro, “escribir la vida” exige “otra historia”, esta última debe ir más allá de las operaciones tradicionales que configuran la intriga narrativa. Se trata, pues, de escuchar la manera como la generación incesante de cada viviente en la Vida se-narra y se- escribe ella misma. Desde esta concepción del lenguaje como afecto y como fuerza, las palabras y la escritura novelesca (a) narran la historia misma de la vida que reúne en ella a todos los vivientes según las fluctuaciones que van de la plenitud de la realización de la vida al riesgo de su autodestrucción, (b) afectan por sí mismas a partir del ritmo interno de las palabras y a la manera del “grito de la vida”, y (c) operan en un imaginario afectivo y real comprendido como descarga del pathos y como modificación interna a la vida. De esta atención a formas más disimuladas e intensas de narrar depende la apertura de la hermenéutica a la fenomenología de la vida.

 

Una hermenéutica que escucha e invita a escuchar la Palabra de la vida allí donde esta habla y de la manera como esta habla – una hermenéutica de la vida no en el sentido de una interpretación del sentido de la vida sino de la realización de sus afectos y de sus pulsiones – podría constituir un espacio de encuentro entre la fenomenología hermenéutica y la fenomenología material.

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